Foto de Gabi Ferreira |
Ornella Simonetto (Santa Fe, 1998) es una
apasionada e incansable habitante de tangos. Quizá el día que decidió dejarlo
todo y venirse a vivir a Buenos Aires, casi sin dinero, ya le iba rondando por
dentro esa letra profunda de Discépolo cuyo mensaje apunta directamente al
corazón “Uno busca lleno de esperanzas el camino que sus sueños prometieron a
sus ansias…” Y en esa hermosa lucha de proponerse cumplir sus
sueños hace un año, se ha ido convirtiendo, milonga tras
milonga, vida tras aprendizaje, paso a paso, en esa famosa sacerdotisa de tango que conoce
profundamente el secreto de los abrazos. Ella sabe ahora que allí radica la
magia, que esos brazos que te acogen y comparten la autenticidad y la emoción
son el motivo que explica, sin palabras, por qué ella baila tango. Distinta según el
hombre que la invita en cada tanda, pero única en las elecciones de su baile, quiere ser real, sin traición, con pisada segura, densa, típica del tango de
antaño y del folclore que ama. Mas no es Ornella solo de quedarse en esa raíz... curiosa de todo, investigando, investigando… de tanto en tanto airea como un
pañuelo de zamba esa otra parte más liviana, elegante, seductora de la
locura y del ideal. ¿Cómo ser una misma y ser uno solo en un abrazo?¿Cómo ser un
único cuerpo bailando, disfrutando? Una, dos y mil y una noche se lo pregunta con el cuerpo,
porque ese es el mejor momento del día
para vivir, sentir y amar su baile. Los sueños de la razón producen tangos.
¿Cómo definiría Ornella Simoneto su
forma de bailar tango?
Ahora mismo estoy en la búsqueda de
mi estilo de baile. Lo único que quiero es sentir un abrazo verdadero, sea con
quien sea, porque donde bailo mayormente es en la milonga y quiero ser yo misma
con cualquier bailarín, por más que este me exija más pasos, más musicalidad o
más conexión. Deseo poder seguirlos a todos y bailarles cada movimiento o cada
pausa que propongan.
¿Cuál sería tu estilo auténtico?
Cualquier cosa que sea de verdad. Yo
bailo con muchas personas en la milonga y me puedo adaptar a todas. A veces me
encuentro con alguien que tiene un estilo más tradicional y milonguero, y en
otras ocasiones, bailo con hombres con un estilo más revolucionario. También
bailo con mujeres, no tengo problema, de las dos formas disfruto. Lo que sí sé
es que quiero construir mi tango y mi estilo con alguien más, en pareja.
Explícanos cómo fue tu primer
encuentro con el tango...
Yo había tomado clases de tango en
la academia de baile donde estudiaba, pero pasó como si nada. Más tarde me
incorporé a un ballet importante que hacía giras, el “Yapeyou”. Con esta
compañía bailábamos en diferentes países de Latinoamérica. Y como éramos
argentinos, siempre que acabábamos nuestras actuaciones nos pedían un tango.
Nosotros solamente sabíamos bailar folclore y, un día, ya cansados, nos dijimos
"Hay que hacer algo de tango". Y nos pusimos a ver vídeos y empezamos
a sacar pasos. Terminamos haciendo la coreografía de "La Cumparsita"
y quedó muy buena. Yo me creía que bailaba realmente tango, aunque mis ochos
eran horribles y caminaba como si fuese un desfile. Mi mamá, que era
milonguera, no paraba de decirme todo el
rato "Eso no es tango". Y yo me enojaba con ella y le decía "Eso
me lo decís porque sós una envidiosa".
¿Y cuándo empezaste entonces a
entender de qué iba?
Más tarde entró en nuestro grupo de
folclore un chico que bailaba tango. Él nos propuso ir a una milonga gratis que
conocía. Era un ambiente muy hippie, la gente iba allá con zapatillas, con
jeans… Nosotros solo íbamos para hacer algo diferente después del ensayo. Poco
a poco me empezaron a sacar los viejitos, porque me hice habitual... hasta que
un día me sacó un chico que sabía más que el resto. Me propuso tomar clases con
él y su pareja y nos hablaba de D'Arienzo, de Pugliese, De Angelis... Yo no
tenía ni idea de lo que comentaba, pensé que aquello no era para mí, así que
abandoné las clases, pero seguí asistiendo a las milongas.
¿Tuviste algún momento especial que
te marcase y que te animase a profundizar en la esencia del tango?
Mi primer encuentro zarpado con el
tango fue en una preliminar que fui a ver en Santa Fe. Los Totis fueron a dar
clases en ese evento. Ellos me acomodaron y me enseñaron a no mover la cadera.
Me elegían todo el tiempo para corregirme y noté una atención especial. Eso me
animó. Dos años más tarde fui a otro festival en Rosario. Allí fui a parar a
las clases de Noelia Hurtado y Carlitos Espinosa, de Roxana Suárez y Sebastián
Achával, junto con otras parejas. Coincidió además que, en esas fechas, era mi
aniversario y, tuve la excusa de hablar con los profesores mientras repartía la torta. También Roxana y Sebastián me corregían más que a los demás.
Luego Sebastián me sacó a bailar y me dijo que iban a estar diez días más en
Buenos Aires dando clases. Entonces me enloquecí y, cuando llegué a Santa Fe,
empecé a decirles a todos que me regalasen plata para mi cumpleaños porque
quería tomar esas clases.
Y siendo como sos, conseguiste el
dinero y las clases…
Sí, y aproveché también esos días en Buenos Aires para bailar
mucho, tanto, que llegó un momento en que no me daban más los pies por culpa de
los zapatos desgastados. Tuve que decirle a un chico que me invitó a bailar que
no podía por ese motivo. Y no sé dónde estaba sentada Roxana Suárez, pero
escuchó nuestra conversación sobre que no podía comprarme unos zapatos nuevos
porque entonces no tendría plata para el viaje de regreso. A la noche
siguiente, ella se me acercó y me invitó a su estudio para regalarme dos pares
de zapatos. Fue así como me dije: "Si una grosa del tango me regaló dos
pares de zapatos, yo tengo que seguir bailando".
Y un tiempo después decidiste venir a vivir definitivamente a Buenos Aires para seguir bailando…
Cuando llegaste acá, ¿fuiste en busca de algún profesor específico para recibir clases?
Cuando llegaste acá, ¿fuiste en busca de algún profesor específico para recibir clases?
Yo creo que mi mejor profesor es la
milonga y todos los chicos que me sacaron a bailar. Ellos siempre me comentaron
cosas del estilo “qué buen abrazo”, “probá esto”, “qué buena pisada” o “deja de
adornar”... Al principio llegué sin plata, sin trabajo, iba a trabajar a Caminito ocho horas y después iba
a la milonga unas ocho horas más, porque vivía las milongas de tarde, noche… No
tenía tiempo de tomar clases y tampoco sabía con quién. Tampoco era de mirar
videos. Más tarde, cuando me fui a trabajar al estudio de Mario Morales,
comencé a asistir a sus clases grupales de musicalidad.
Así que no podrías concretar algún
profesor que te haya marcado profundamente en este baile…
Hace poco fui a una clase de Ricky
Barrios. Estuve un mes y me enseñó la lógica del tango. Una de las frases con
las que me quedé es que "la génesis del tango es el abrazo". Entonces
es como que todo lo que aprendí este mes lo quiero reproducir de por vida.
Leí también que durante un tiempo tú
tuviste tu propia academia de baile. ¿Podrías explicarnos cómo surgió la
iniciativa de abrir esta academia?
Un año antes de recibirme, cuando
tenía 16 años, yo quería tener mi plata para salir y ser más independiente.
Entonces mi mamá me puso una academia de
baile en una antigua casa que tenían mis papás cuando estaban casados. Ella
sacó las paredes del medio, hizo un espacio grande y le puso unos espejos. Era
un espacio humilde, pero quedó bien. Y como en el barrio todo el mundo me vio
bailar desde los cuatro años, cuando abrí la academia, enseguida las vecinas
mandaron a sus hijas y a sus nietas.
¿Y qué nombre le pusiste?
La llamé "Brisé", es un
paso de danza, un salto muy difícil y chiquitito. Me gustaba mucho cómo sonaba
esa palabra.
¿Qué enseñabas allá?
Empecé con danza clásica, que era lo
que más había estudiado. Tenía niñas de tres o cuatro años, las más chiquitas,
y de doce la más grande, aunque ya en mi último año en la academia tenía
alumnas mayores que yo. Eran aproximadamente diez alumnas por grupo. Trabajaba
unas seis horas por día y había configurado unos horarios por niveles. Con el
tiempo comencé a enseñar jazz, expresión corporal, danza contemporánea y
folclore.
¿A qué se debió ese cambio ?
Cuando yo estudiaba danza clásica me
aburría al principio y no quería ir, y cuando vi que mis alumnitas estaban
pasando por la misma experiencia que yo me dije que no quería eso para ellas.Di
mi última clase en esa academia una semana antes de venirme a Buenos Aires en
el 2018. Íbamos a diferentes encuentros cuando otras academias nos invitaban y
teníamos también nuestro propio espectáculo.
Después de haber sido alumna y
profesora ¿qué contemplas como fundamental en la docencia del tango?
El disfrute. Yo creo que todos los
que caímos en las primeras clases del tango necesitábamos encontrarnos
vinculados con un grupo, con personas, con un contacto físico, con la música,
con una nueva forma de comunicación, con otra forma de sociedad… o con el arte
mismo, ese arte popular, que puede hacer cualquiera, ese arte de bailar y de
disfrutar.
Y para los ya avanzados está el disfrute de superarse, de saberse más
capaces de lo que se creían, el tener motivos para seguir aprendiendo, por más
que cueste alguna parte del proceso. Yo creo que en cada clase debemos
llevarnos una reflexión, tanto el que enseña como el que aprende.
Como profesora ¿Qué le recomendarías
a un alumno para mejorar su baile?
Ahora trato de hacer de conductora
muchas veces y me cuesta un montón… cometo todos los errores que detesto que me
hagan. Al líder le diría que lo principal es pensar en el disfrute, que no es
cuestión de pensar solo en marcas, sino de sentir y divertirse también, que
debe pensar el baile como algo social para transmitir eso cuando bailás. No sé
cómo harán los hombres para marcar tantos pasos difíciles, todavía no pude
investigar en eso. Y a las mujeres les sugeriría que fuesen sutiles, ser de
verdad, que puedan hacer cada paso y pisada con decisión y seguridad, que no se
dejen solamente llevar para atrás o hacer un ocho, que puedan sentir cada parte
del cuerpo del hombre, cada parte de la música y que seleccionen qué van a
pisar, cómo van a hacer las cosas, porque eso es parte de ser independiente.
Las mujeres deben seguir en todo, pero al mismo tiempo pueden elegir cómo lo
van a hacer.
Y a un maestro ¿qué sugerencia le
harías?
Que le busque el lado para que
parezca fácil lo que enseña, porque el tango al final es un baile social, que
por más que sea una barrida o una sacada complicada o enroscada hay que
buscarle la vuelta para que la explicación sea entendible y que los alumnos
puedan disfrutar.
Y fuera del ámbito de la docencia,
¿cuáles son o han sido los ídolos de
Ornella? Esos que te impulsan a continuar luchando cuando algo va mal…
Una de mis máximas referentes es una
profesora que tuve de didáctica, Mariu Stringhini, que es la que me dio el
sentido de la pasión. De ella aprendí que si te gusta algo, andá hasta el
fondo, y hacelo, y, si querés saber algo, investigá, investigá, investigá…
hasta que lo encuentres. Fue la primera persona que me hizo concentrarme en lo
que quería, porque antes estudiaba porque tenía que hacerlo... pero después de
Mariu me volví apasionada por lo que quiero.
¿Y tienes algún bailarín o bailarina
de tango que admires?
Hay una pareja que me encanta, que
es la de Marcela Durán y Gavito. Sé que algún día quiero bailar así. En el
escenario eran ellos, como si no fuese una actuación, salían a bailar y no les importaba
nada más a ninguno de los dos.
¿Y bailarines de ahora?
Tengo una admiración grande por
Krishna Olmedo, como persona tanguera, como milonguero, como hacedor cultural,
como bailarín...
Debido a tu edad, eres una
milonguera que forma parte de una nueva generación, podrías explicarnos qué
diferencias percibes tú entre los jóvenes y el "viejo milonguero".
Bueno, con esas palabras ya estás
afirmando mucho, "viejo milonguero" me suena a hombre, que
generalmente son los más recordados de las épocas pasadas. Ese que hacía tal
paso, o caminaba de tal forma, o tenía tal estilo propio, o giraba de tal
manera… Hoy en día se les tiene mucho respeto y reconocimiento, porque tal vez
el baile trataba mucho de ellos. Y las viejas milongueras, por su parte, los
acompañaban o los seguían. Por los vídeos que vi, el que más se lucía en la
pareja generalmente era el hombre.
Ahora, en cambio, ya se habla de una
nueva generación, de una camada de lucha gente, sin distinción de género ni de
estilo ni de forma… ¡es que somos tantos! Creo que los docentes tuvieron mucho
que ver con esto. "El tango nuevo", "el tango milonguero",
"el tango salón" "y el campeonato mundial de tango" todos
esos títulos creo que abarcan la nueva generación, esta que trata de innovar,
de encontrar mayor comodidad, de buscar una lógica, de desarrollar una
técnica... Antes había pocos viejos milongueros, y solamente en Buenos Aires.
Ahora hay mucha gente que no solo es milonguera, sino que son bailarines, o
profesores, organizadores, maestros, o gente que va a maratones o festivales de
tango alrededor de todo el mundo. Somos una generación gigante con muchas
ideas, muchos escenarios, mucha técnica, mucha inversión de dinero, muchas
clases, mucho aprendizaje y mucha enseñanza.
Un aspecto también frecuente en la
actualidad es que el milonguero quiera hacer del tango su profesión. Vos sos
milonguera y además querés dedicarte profesionalmente al tango ¿Cómo ligas
ambas facetas?¿Las percibís como distintas o están relacionadas?
Creo que la Ornella milonguera de
hoy es la verdadera. Elijo con quién bailar, cuándo, cómo, qué orquesta, cómo
me van a cabecear, cómo voy yo a cabecear… Y no me importan lo que piensen los
demás, me entrego por completo a un abrazo y me olvido de todo. En cambio, la
Ornella de la exhibición tiene un poco de la Ornella milonguera, pero también
tiene ese gusto que da bailar para un público, saber que te están mirando y que
podés agrandar más tu expresión. No se puede quedar sólo en un abrazo de
pareja, hay que tratar de que llegue a todos los que te miran.
Cuando seleccionas la música que vas
a bailar y las coreografías, ¿te centrás más en cómo lo van a percibir los
demás o
en cómo lo sentís vos?
No, siempre intento ser yo, pero
creo que cuando se baila para un público hay que meter a este público adentro
de lo que estás haciendo. Por otro lado, la selección de la música depende también del compañero
con el que bailo. Tuve varios compañeros para hacer exhibición y no con todos
se puede bailar lo mismo.
¿Qué debe de tener un hombre para
que tengas ganas de cabecearlo y bailar con él?
Lo principal es que yo vea que ese
hombre está haciendo disfrutar a una mujer en la milonga. No me importa su
postura, la ropa, sus códigos o el tipo de abrazo... lo primordial es que vea a
la mujer con la que baila feliz en esa tanda.
Vos viajaste al exterior y en alguna
ocasión te escuché decir que el tango es algo muy argentino. ¿Podrías
explicarnos brevemente cómo concibes esa argentinidad en este baile?
Creo que el tango más que argentino
es porteño. Y cualquiera que venga a vivir a Buenos Aires por un largo tiempo
para sentir de verdad este baile y vivirlo puede adueñarse de él.
¿Cómo definirías entonces a ese
porteño que representa al tango?
Egocéntrico, creído, individualista,
el rey... un tipo como Gardel: bien parado, engominado, con una sonrisa
perfecta, galán... y las mujeres porteñas serían de ese tipo que las ves
paradas y te preguntás "Esa mujer ¿Quién es?" Tuve esa impresión al
llegar a Buenos Aires con Noelia Hurtado. La vi por primera vez en La Viruta,
yo no sabía quién era, no bailó en toda la noche, pero la vi parada tomando un
trago al lado de la barra, y tenía una
actitud de acá. No podía parar de preguntarme "¿Quién es?"
¿Ser porteño es algo solamente de
una zona o pensás que con el tiempo gente de afuera puede sentir también esa
“porteñidad”?
Quizá también es cómo te vas
metiendo el tango por las venas, porque cuando recién empezás, aunque seas
porteño, no parecés tanguero. Eso se va adquiriendo de a poco.
Después de haber viajado a
diferentes países ¿qué diferencias encontrás entre el tango de Buenos Aires y
el del resto del mundo?
En Italia vi mucho tango en
diferentes mujeres, y sus abrazos son lindos. En Turquía también había buen
nivel de baile y encontré mucho sentimiento. Lo que destacaría como distinto
sería lo siguiente: en otros países la gente que va a la milonga quiere bailar
todas las tandas. Y entiendo esa actitud, porque a mí en Santa Fe también me
pasaba. Por más que no había con quién bailar y que no la pasaba bien, iba a
las milongas y lo bailaba todo. Hay que tener en cuenta que en algunos lugares
del mundo hay milonga una o dos veces por semana, y hay que aprovechar al
máximo. En cambio, acá en Buenos Aires, cuando se te hace habitual salir cada
noche de milonga, y siempre coincides con la misma gente y te encontrás con
viejos milongueros y profesores... empezás a apreciar una energía que te hace
ubicarte y te invita a quedarte sentadita y tranquila. Acá ya no quieres dejar
todo lo que tenés en todas las tandas ni compartir todos los tangos con todo el
mundo. Yo, por ejemplo, ahora elijo. Me digo "Voy a bailar tal orquesta
con tal milonguero". Y tal vez estabas esperando esa tanda, pero esa noche
no se dio. Entonces te decís "Otra noche será...", y te quedás
tranquila porque al día siguiente volvés.
Estuviste estudiando durante muchos
años danzas folclóricas ¿crees que existe algún vínculo entre esas danzas y el
tango?
Creo que la tierra es algo que identifica
mucho a los argentinos, esto de pisar fuerte. El folclore tiene eso: todos los
gauchos y hasta las paisanas pisaban el piso cuando bailaban, nunca estaban en
los aires y ahí, pensándolo, como que las viejas milongueras y bailarinas de
escenario pisaban con densidad también el piso… en cambio, cuando hay mucha
técnica clásica, se tiende a levantar mucho las piernas -que está espectacular,
me encanta también- pero creo que a esos bailarines les falta ese tango que es
de pisar.
¿Y en cuanto a los temas, las
letras... encontrás alguna similitud?
En el folclore del interior las
letras eran de amor, románticas, hablaban de cortejo. El hombre buscaba a la
mujer del campo, la buscaba, la buscaba, la buscaba... y la
mujer se hacía de rogar, era una conquista. Por eso además las danzas
folclóricas argentinas son circulares, como si se tratase de una
persecución. En el tango, en cambio, yo creo que ya está todo
hecho, ya hay pasión, ya hay contacto y luego se llora, porque la mujer o el
hombre se fue o porque pasó algo trágico que ya pertenece al pasado. En la
danza folclórica hay un amor ilusionado. En la zamba por ejemplo, los
bailarines ni siquiera se pueden rozar la piel cuando mueven el pañuelo, y en
el tango, por el contrario, ya está todo dicho y hay furia y despedida, además
de ser importante el contacto entre los dos cuerpos.
¿Cómo se imagina Ornella Simonetto
dentro del futuro del tango?
El otro día tuve el placer de hablar
con Facundo Piñeiro sobre ese tema. Según él, el tango tiene etapas y estas
cambian aproximadamente cada siete años. Comentaba que en los noventa tuvo
lugar el tango de verdad, después vino el tango nuevo, que era la búsqueda de
la técnica y de la forma, y ahora vivimos el tango del campeonato mundial. Yo
creo que lo que se viene es un tango de revolución con cambio de roles. Se va a
perder en parte el romanticismo, la pareja, el amor, el hecho de que un hombre
vaya a sacar a una mujer y que esta, discretamente, le diga que sí y se abracen
lentamente en la pista... Me imagino que todo va a pasar a ser más orgánico,
del momento, donde las mujeres se empoderen. Creo que el tango va a estar
preparado para ser más simple. Las mujeres podrán conducir y los hombres se
dejarán llevar sin problemas. Será un baile más natural y propio de la época y
lo que acontece en el mundo, creo... lo cual no quiere decir que sea lo que más
me agrade.
Quisiera acabar esta entrevista con
un autorretrato milonguero de respuestas breves.
¿Podrías decirnos…?
Un tango: "Fuimos"
Un bailarín: el peque Barrionuevo
Una bailarina: Vanina Bilous
Una orquesta: la de Carlos Di Sarli
Un momento para bailar: todos, la
noche, la milonga...
Un compañero ideal de baile: ¡ay!,
no sé, tal vez Juan Diego…
Una sensación cuando bailas:
gratitud
Un consejo para tus compañeros de
milonga: que sean ellos mismos, que disfruten, que se relajen, que sea algo
social como ir a bailar una cumbia.
Lo mejor del tango: los abrazos
Un sacrificio que hiciste por el
tango: dejar que afecte a mi personalidad.
Tu mayor satisfacción en este baile:
el verme cada vez más fuerte.
Una persona que te marcó: aunque no
está relacionada con el tango, esa persona es mi profesora de didáctica Mariu
Stringhini, me marcó para ser una apasionada del aprendizaje.
Una persona a la que le des las
gracias: Paula Corral, por quererme como soy, real.
Un momento desagradable: comentarios
y acciones desubicadas de algunos viejos milongueros.q
El último tango lo bailarías con...:
Krishna Olmedo, aunque sería motivo para uno más.
El tango que es 100% Ornella:
"La mentirosa" de Osvaldo Pugliese.
Mi querida ahijada! Sos un ángel en la pista!... sos un ángel en la vida! Te amo!💜🌹😙... te felicito!!... te abrazo con el alma a la distancia!!... hermosa entrevista!👏👏👏
ResponderEliminarMi querida ahijada! Sos un ángel en la pista!... sos un ángel en la vida! Te amo!💜🌹😙... te felicito!!... te abrazo con el alma a la distancia!!... hermosa entrevista!👏👏👏
ResponderEliminarQué hermosamente cierto lo que dice sobre la tierra y la pisada para nuestra danza. Es una genia
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