martes, 11 de agosto de 2015

ENTREVISTA A NORMA DEPAOLA Y JOAN MORENO


    Organizan desde hace quince años “La milonga del Ángel”: un sitio acogedor, milonguero, de ambiente familiar y con una selección cuidada de tangos. Son dos almas jóvenes, personas detallistas, movidas por la curiosidad... de ese tipo de gente perseverante y laburante que bajan los sueños al piso y luego los habitan y defienden contra viento y marea. Norma y Joan nos abren las puertas de su milonga cada domingo, en la Casa de Murcia, como si fuese el propio hogar. 
Ellos son casi veinticinco años de historia del tango en la ciudad, de tango vivo, y del tango que está por llegar. 

Foto cedida por gentileza de Norma Depaola y Joan Moreno


  -    ¿Cómo comenzasteis a familiarizaros con este baile en un momento en que en Barcelona no había milongas ni iniciativas asentadas?    

- Norma (N): Aquí tenés dos historias diferentes para el tango. Por mi parte, yo viví el tango en dos etapas: una en Buenos Aires y otra en Barcelona. En 1981 vine a Europa a trabajar, a vivir, a viajar… y en esos momentos pasé también por Barcelona. Después volví a Buenos Aires y estuve allí siete años.
Yo no bailaba tango, el tango lo vivía por ser porteña, porque mi papá fue muy buen bailarín y yo lo veía bailar en los casamientos.
Cuando regresé a Buenos Aires, retomé el teatro, había estudiado años antes la carrera de actriz y ya llevaba varios años trabajando de eso, y me acerqué al mundo del tango como un complemento de la actuación. Allí empecé a bailar. El tema me atrapó y lo desarrollé… hasta que en el año 92 decidí volver a Barcelona. Coincidiendo con mi regreso, me enteré de que “Patio de Tango” celebraba su primer año de vida y decidí ir a la celebración. Allí estaba Coco Días y toda la gente que generó esta asociación. Éramos veinte gatos locos…

-    ¿Y cuál fue tu primer vínculo con el tango, Joan?

- Joan (J): Mi entrada en el mundo del tango fue por una casualidad…

- N: Pero dile… dile por qué te acercaste de verdad… porque se ligaban mujeres… ¿no?...

-    J: ¡No! a ver… A mí un amigo me decía “Joan, ¿Qué hacemos?” Yo acababa de salir del conservatorio y me faltaba actividad. Un día me llama este amigo y me dice: “Me he apuntado a un curso de salsa”. Pero a la semana siguiente cambió de opinión y me comentó: “¡Oye! ¿hacemos tango…?” Entonces yo le dije: “¡Vamos a probar eso del tango…!” Fue en el año 93, allí conocí a Norma. Primero nos hicimos amigos y ya con el tiempo nos convertimos en pareja.

-       Así que en tu caso no hubo ningún referente o historia familiar…

-       J: Una cosa es cómo me acerqué yo al tango como actividad sociocultural y otra es cómo me acerqué yo a la música de tango. En el conservatorio, nosotros hacíamos una asignatura que se llamaba “Formas musicales” que consistía en analizar la música: qué pasa con ella, qué forma tiene, qué lenguaje… Tuve en esta materia a un profesor que nos hacía escuchar temas de Astor Piazzolla. Este autor tiene un lenguaje muy propio: su música no es tonal ni es atonal, sino que es una música muy personal, con un lenguaje muy propio. El profesor nos lo mostraba como ejemplo de eso. Yo no entré al tango escuchando a Juan D’Arienzo, sino a Astor Piazzolla.

-        De ahí el nombre de “Milonga del Ángel”…

-        N: ¡Sí, Claro!

-        J: A mí Astor Piazzolla me ha gustado siempre y a Norma también. Piazzolla tiene dos caracteres en el tango: uno con mucha fuerza y otro muy romántico. Las piezas románticas, como el “Oblivion” o “Milonga del Ángel”, son preciosas. El nombre de la milonga surgió de una manera espontánea: “¿Qué nombre le ponemos?... ‘Milonga del Ángel’, ¡Muy bien!, pues ‘Milonga del Ángel’…”

-       N: A mí el tema me encantó, pero en Argentina se dice que un ángel te trae suerte, y en este tema entonces se conjugaba todo.

-       Y no pensasteis que quizá algunas personas lo confundirían con el nombre del propietario…

-       J: ¡Sí!, eso tiene su gracia… A mí muchas veces aún me siguen diciendo “¡Hola, Ángel, ¿cómo estás?...”

-     Me gustaría que me contaseis más cosas de esos inicios… ¿Cómo os formasteis vosotros en el tango?¿Qué profesores y profesoras tuvisteis cuando empezabais?

-       N: En Buenos Aires yo empecé con Celia, es una profesora muy conocida allá. Tiene una milonga que se llama “En lo de Celia”. Luego estuve con Miguel Ángel Zotto, Pepito Avellaneda, Firulete… y también aprendí con los profesionales que traíamos a la Asociación Patio de Tango. 

-      J: En esta asociación lo que se hacía era invitar a profesores. Si sabíamos que había alguno interesante que pasaba por la ciudad lo llamábamos para dar un curso.

-      Esta primera asociación de tango fue determinante para el baile que vendría después…¿Cómo surgió la propuesta?

-     N: "Patio de tango" surgió por iniciativa de unos amigos: Antonio Sáinz, Víctor, Ester, Coco Días, Mariano, Dolors… luego llegaron Toni Barber y Fernando… Era un grupo de amigos que querían aprender y compartir tango porque les gustaba. Cada uno tenía su propia historia con el baile. Fue una pasión común, una cosa lúdica, entre amigos, sin ánimo de lucro. Realmente nos abrazábamos en aquel momento. Fue una época preciosa.

-      J: Nos lo pasábamos muy bien. A mí no me sabía mal organizar una milonga a fin de mes ni poner dinero de mi bolsillo. Lo hacías porque te divertías. Íbamos a limpiar, a organizar la milonga, a dirigir espectáculos, se hacían trabajos extras, se organizaban fiestas de disfraces…

-    ¿Y dónde estuvo emplazada esa asociación?

-       N: Primero fue en una sala pequeñita que nos dio el ayuntamiento, en la calle Regomir. Después en la sala Rudy Ventura, ahí se hacía una milonga cada miércoles.

-       J: Nos concedieron el piso de la calle Regomir porque el ayuntamiento daba a las asociaciones de la ciudad un espacio para poder reunirse y organizar actividades. El espacio que consiguió la Asociación de tango era un piso en el que había una sala en común para reunirse y guardar algunas cosas.

-       N: La segunda sala de tango que conseguimos fue la de Rudy Ventura. Luego, Toni Barber encontró la sala Lluis Millet en la calle Maspons y en esa sala Patio de Tango comenzó a hacer una milonga una vez al mes. Era una sala muy grande, de 350m2. Tenía un escenario grandísimo, donde hacíamos espectáculos. Pero tenía el inconveniente de que había agujeros en el suelo y no era una pista muy buena para bailar.

-     Cuesta imaginar que Patio de Tango acabase disolviéndose después de haber compartido tantas experiencias increíbles…

-       N: Bueno… como en todo grupo humano, con el tiempo empezaron a haber diferencias. Vino gente nueva y, después de trabajar dos o tres años sin ánimo de lucro, la gente empezó a cansarse. Algunos que llegaron después querían llevar Patio de Tango como si fuese una empresa. También había unas cuestiones ideológicas muy fuertes. Patio de tango duró unos ocho años (desde finales del 91 hasta el 99, momento en que se disolvió la asociación definitivamente). Pero ya en el 97 empezaron las discrepancias y, en el 98, Antonia Barrera y Juan Manuel Iguri consiguen un espacio en Casa Valencia. De ese modo, aparece en Barcelona la primera Milonga con ánimo de lucro.

-     ¿Patio de Tango no cobraba entrada?

-      N: No, todo lo que se cobraba en esta asociación se invertía en actividades. Por ejemplo, hacían un encuentro Madrid-Barcelona y el socio decía “ Como pagamos una cuota mensual, si se recauda algo de la milonga, podemos alquilar un autobús que nos lleve a todos al encuentro”. Era una especie de bote colectivo para los gastos.

-     ¿Y cuándo decidisteis  crear vuestra propia milonga?

-       N: Fue en el año 2000, se nos ocurrió a Joan y a mí buscar un espacio. A partir de ese momento me dije que yo no trabajaría más por amor al arte, que además de ser un trabajo que me gustaba, yo necesitaba vivir de aquello también.

-    ¿Dónde estaba aquella milonga que inaugurasteis en el 2000?

-      N: Nosotros comenzamos en el antiguo lavadero de Gracia. En la sala que hoy es la escuela Ramón Solé. Allí estuvimos tres años. Luego nos desplazamos a la Sala Lluís Millet. Tuvimos que pintarlo todo. La sala tenía una tarima ancha y gruesa que no te la podías cargar, era una maravilla de suelo, pero había que arreglarlo. Joan clavaba trocitos de madera en los agujeros y yo le ayudaba, tenía la espalda destrozada de agacharme... Hicimos instalaciones de altavoces, barnizamos el suelo… Trabajamos muchísimo…

-      J: El presidente un día nos hizo una entrevista, porque quería que yo montase allí una coral. Y en broma le dije “¿Por qué no hacemos tango? Mi mujer hace teatro y tango…” Y como ya había estado allí antes la asociación "Patio de Tango", llegamos a un acuerdo. Estuvimos tres meses en que yo iba  cada día a las siete de la mañana y a las tres de la tarde con dos paletas que pagaba de mi bolsillo para montar lavabos, montar las instalaciones, para arreglar el agua, porque no había agua… Pero mereció la pena, quedó maravillosa la sala.

-    Después de tanto esfuerzo y de que la sala quedase espectacular ¿por qué os mudasteis tres años después?

-     N: Fue debido al cambio de gobierno. Apostaron por entidades de la misma zona de Gracia. Había gente dedicada al teatro que quería tener un espacio propio, y les cedieron la Sala Lluis Millet.

-    Explícanos, Norma, cuándo comenzaste a dar clases… ¿Fue a raíz de tener la milonga o mucho antes?¿Qué recuerdos tienes de esos inicios como maestra?

-      N: Joan me tuvo que insistir para que yo hiciera clases de tango. No me atrevía sola. Ya había empezado a dar clases puntualmente antes de tener nuestra milonga, en el año 93, pero hacerlo regularmente en nuestro espacio sola… era otra cosa. Entonces me acordé de mi maestra Celia, que también impartía clases sola. Cuando empecé, tenía hombres y mujeres y enseñaba todos los niveles. Pero llegó un punto en que la gente se quedaba años, tuve alumnos tres años seguidos estando yo sola como maestra. Entonces llegó el momento en que yo me dije “A ver… yo a esta gente… no sé qué más darles… Necesito la aportación de otros maestros”. Así fue como empecé a invitar a otros profesionales. La milonga del Ángel ofreció trabajo a mucha gente. Por aquí pasaron Raúl Mamone, Martín Pargana, Alexis Quezada, Marcelo Ramer… entre otros.

-    Y a la hora de dar clases, ¿cuál fue el profesor o la profesora que más influyó en tu manera de entender el tango y de enseñarlo?

-      N: En mi caso fue Celia. Ella daba las clases sola y hacía de hombre y de mujer. Yo creo que una mujer puede enseñarle mucho a un hombre. Hay gente que piensa todo lo contrario… yo pienso que una mujer, desde el lugar de la mujer, le puede enseñar cómo le gustaría sentirse abrazada, cómo desea ser conducida, el respeto… porque hay hombres que no te respetan cuando bailas, no te dan tu tiempo, es sólo el tiempo de él… Eso no quita que un hombre aprenda también de otro hombre.

-    ¿Qué consejo le daríais a la gente que empieza a bailar?

-     N: Que sientan placer y que disfruten en el aprendizaje. Yo soy de las que disfruta cuando aprende y, si no me es fácil, me gusta más. Si la gente quiere algo fácil y rápido de un mes que no entre en el tango, porque no es el caso, es una danza demasiado rica para aprenderla en tan poco tiempo.

-     J: Cuando te apasionas por algo, lo que te dan siempre lo percibes en positivo, porque estás proyectándote en algo que quieres aprender. Entonces, aunque te lo pongan difícil, tú no lo ves así.

-    Y el hecho de haber sido actriz ¿ha influido en tu manera de entender tango?

-    N: Muchísimo. Lo primero que me sirvió de actriz para el tango fue desmenuzar los personajes. Cuando aprendía tango descomponía el paso, la postura, la expresión corporal del teatro me servía… por otro lado, yo hice cosas muy en paralelo de cuerpo con el tango: ejercicios de relajación para problemas de espalda torcidas… y me beneficié de otras técnica como el Tsiatsu. También les decía a mis alumnos que el tango es teatro: hay una composición de personaje cuando uno baila. Si tú quieres tener como hombre una postura un poco chulesca… como tiene el caminar en el hombre de tango, tenés que creerte un poco más chulito. Si la realidad no te la da, hacé un poquito de teatro, creete ese personaje.

-    Dependerá también de la orquesta y del tango concreto que se esté bailando…

-     N: ¡Claro! El que baila canyengue está desarrollando una auténtica composición corporal…

-      J: Y no es lo mismo bailar un Osvaldo Pugliese que un Rodolfo Biaggi… ¿ves? ése es otro tema interesante: el de la música…

-      Ya que has sacado el tema, Joan, podrías explicarnos resumidamente tu labor como musicalizador… ¿Cómo organizas una noche de milonga?

-     J: A la hora de poner música durante una noche yo pienso que hay tangos que tienen que estar. Por ejemplo, “Una fija” de Carlos Di Sarli, o un “Tigre Viejo” de Osvaldo Fresedo… y hay otros tres o cuatro tangos más que incluyes porque te dices “ésos van a quedar, van a gustar seguro”. Yo pienso en las dieciocho tandas, pero no hay una regla fija. Lo que hay es un “en función de…” y a partir de eso tienes varias opciones. Puedes empezar por una Guardia Vieja o al revés… La única regla vendría por lo que tú quieres conseguir esa noche. Y eso dependerá del espacio donde vas a musicalizar, del tipo de  gente que va a venir… Con el tiempo percibo esto. Ahora voy a una milonga y rápidamente me digo “Ya sé con qué empezar” por la luz, por el espacio… lo intuyo.

-      Se nota que hay amor en vuestro trabajo… ¿qué momentos aparecen instintivamente cuando recordáis vuestra historia de tango?

-     N: Momentos bonitos… hubo muchísimos. Cada domingo me lo paso “pipa” en la Milonga del Ángel. En teatro me inculcaron una cosa: que cuando tú te lo pasas bien con lo que estás haciendo, el espectador va a disfrutar. En el caso de nuestra milonga, yo creo que el trabajo es mutuo, reconozco que hay un trabajo, pero también siento que hay una aportación de la gente.

-    Si tuvieseis que explicar a alguien qué es la Milonga del Ángel ¿qué le comentaríais que es?

-    J: Yo creo que es un lugar de encuentro, donde la gente viene a pasárselo bien, donde te vas a encontrar con el tango y tienes además una buena clase de técnica y una buena milonga.

-    N: (un silencio, con emoción) Pues yo te lo digo a mi forma: para mí es como si abriese las puertas de mi casa. Es exactamente lo mismo. Yo la limpio como limpio mi casa, la arreglo como arreglo mi casa…

-    ¿Y cuál es la faena semanal que no se ve para mantener a punto esa casa-milonga?

-      N: ¡Ufffff!...

-      J: La milonga es el domingo, ¿no…? pues de lunes a sábado siempre hay algo…

-    Por ejemplo…

-     N: Ir a comprar las velitas, lavar los manteles y plancharlos porque alguien tiró la bebida… crear la publicidad, mandar e-mails, arreglar presupuestos, contactar con gente, ir a reuniones… llamar a la Casa de Murcia para saber qué actividades hay… ir a descongelar la nevera, limpiarla…

-     J: Arreglar el altavoz que no funciona… o el ventilador … y cuando llega el domingo, vuelves a montarlo todo: mesas, sillas… y al finalizar, vuelves a ordenar otra vez la sala.

-     N: No hemos tenido la suerte de encontrar espacios que no tuviésemos que montar…

-      J: Llegar al sitio y decir “Sólo hay que encender las luces”…

-    ¿Y a quién o a quiénes  daríais las gracias por todos estos años de tango?

-      J: Sobre todo yo se las daría a quienes nos siguen, a la gente que nos valora, que viene a nuestra milonga y está  a gusto con nosotros.

-      N: En mi caso, me adhiero a lo que dice Joan, pero también le daría las gracias a mis “enemigos”. Todos de alguna manera me enriquecieron.

-    La comunidad tanguera está creciendo últimamente poco en Barcelona… ¿Cómo os imagináis el futuro del tango en la ciudad?

-    N: Imprevisible. Lo que va a pasar de aquí a unos años depende de varios factores: social, político, económico… Lo que está pasando en estos momentos es que se está viviendo una situación social muy complicada, una crisis económica aguda que, sumada a la cantidad de profesores que hay en estos momentos, hace que sea imposible generar más gente. Cuando yo empecé a hacer clases, tenía un promedio de cincuenta alumnos, pero esos cincuenta alumnos empezaban y continuaban curso tras curso. Y así se iban sumando cada año otros cincuenta alumnos que empezaban. Pero era un momento donde el baile de salón tenía mucho auge y económicamente se estaba muy bien.

-    J: Puede ser más complejo. Pienso también que hay una cuestión de modas. En un determinado momento se puso de moda la salsa, el tango tuvo también su fuerte en un periodo concreto. Ahora no está tan de moda, pero va a quedar siempre, aun siendo un baile de minorías.


-    Y dadas estas dificultades que planteáis… ¿qué se podría hacer?

-    N: Yo estoy en contra de que se hagan clases gratuitas. Creo que algo hay que cobrar… Siempre fui partidaria de “Cosas gratis: No, más económicas: Sí”. El trabajo de uno hay que valorarlo. Cobrar una clase a tres euros no es valorarlo, sería infravalorarlo, pero de alguna manera estás cobrando algo y te adaptas a una realidad.

-    J: Como se pierda la gente que enseña bien, con profesionalidad, ahí es donde el tango se va a perder…

-   Pues no parece nada fácil dedicarse y vivir de esto…

-    N: Ahora me podrías preguntar ¿por qué sigues en el tango… si hay muchas cosas que no te gustan…? Entonces la contestación sería porque es una cosa que aún me gusta, porque disfruto con mi trabajo y porque todavía encuentro gente linda. Pero eso no quita que pueda hablar de todas las cuestiones negativas que veo en este ambiente donde yo participo.

-     J: En el tango se forman grupos. Yo los llamo “microclimas”. Estos “microclimas” se generan y luego se destruyen y a la vez se retroalimentan y se vuelven a generar otros nuevos. Son grupos que constantemente se están destruyendo y construyendo...

-     Curioso fenómeno... ¿Y por qué sucede eso en el tango? ¿A qué lo atribuís…?

-       J: Se da en todas las relaciones humanas.

-     Vayamos entonces a los “microclimas” pero a menor escala: el de las parejas… Para finalizar esta entrevista me gustaría  que nos dijeseis ¿con quién  bailaríais vuestro último tango y qué tango sería?

-     N: Con mi marido. Sería un tango picadito.

-      J: Yo bailaría “Toda mi vida” de (Anibal) Troilo, aunque también me encanta “Tigre Viejo” de Osvaldo Fresedo…

-     N: A mí hay un tango que siempre me va a quedar pendiente. Es el tango con mi papá, tiene muy mal las piernas. Ése es el tango me va a quedar toda la vida…


Foto cedida por gentileza de Milonga del Ángel





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