Organizan desde hace quince años “La
milonga del Ángel”: un sitio acogedor, milonguero, de ambiente familiar y con
una selección cuidada de tangos. Son dos almas jóvenes, personas detallistas, movidas
por la curiosidad... de ese tipo de gente perseverante y laburante que bajan los
sueños al piso y luego los habitan y defienden contra viento y marea. Norma y
Joan nos abren las puertas de su milonga cada domingo, en la Casa de Murcia, como
si fuese el propio hogar.
Ellos son casi veinticinco años de historia
del tango en la ciudad, de tango vivo, y del tango que está por llegar.
Foto cedida por gentileza de Norma Depaola y Joan Moreno |
- ¿Cómo comenzasteis a familiarizaros con este baile en un momento en que en Barcelona no había milongas ni iniciativas asentadas?
- Norma (N): Aquí tenés dos historias diferentes para el tango. Por mi parte, yo viví el tango en dos etapas: una en Buenos Aires y otra en Barcelona. En 1981 vine a Europa a trabajar, a vivir, a viajar… y en esos momentos pasé también por Barcelona. Después volví a Buenos Aires y estuve allí siete años.
Yo no bailaba tango, el tango lo
vivía por ser porteña, porque mi papá fue muy buen bailarín y yo lo veía bailar
en los casamientos.
Cuando regresé a Buenos Aires, retomé
el teatro, había estudiado años antes la carrera de actriz y ya llevaba varios
años trabajando de eso, y me acerqué al mundo del tango como un complemento de
la actuación. Allí empecé a bailar. El tema me atrapó y lo desarrollé… hasta
que en el año 92 decidí volver a Barcelona. Coincidiendo con mi regreso, me
enteré de que “Patio de Tango” celebraba su primer año de vida y decidí ir a la
celebración. Allí estaba Coco Días y toda la gente que generó esta asociación.
Éramos veinte gatos locos…
- ¿Y cuál fue tu primer vínculo con el tango,
Joan?
- Joan (J): Mi entrada en el mundo del tango fue por una casualidad…
- Joan (J): Mi entrada en el mundo del tango fue por una casualidad…
- N: Pero dile… dile por qué te acercaste de verdad… porque se ligaban mujeres… ¿no?...
- J: ¡No! a ver… A mí un amigo me decía “Joan, ¿Qué hacemos?” Yo acababa de salir del conservatorio y me faltaba actividad. Un día me llama este amigo y me dice: “Me he apuntado a un curso de salsa”. Pero a la semana siguiente cambió de opinión y me comentó: “¡Oye! ¿hacemos tango…?” Entonces yo le dije: “¡Vamos a probar eso del tango…!” Fue en el año 93, allí conocí a Norma. Primero nos hicimos amigos y ya con el tiempo nos convertimos en pareja.
- Así que en tu caso no hubo ningún referente o historia familiar…
- J: Una cosa es cómo me acerqué yo al tango
como actividad sociocultural y otra es cómo me acerqué yo a la música de tango.
En el conservatorio, nosotros hacíamos una asignatura que se llamaba “Formas
musicales” que consistía en analizar la música: qué pasa con ella, qué forma
tiene, qué lenguaje… Tuve en esta materia a un profesor que nos hacía escuchar temas
de Astor Piazzolla. Este autor tiene un lenguaje muy propio: su música no es
tonal ni es atonal, sino que es una música muy personal, con un lenguaje muy
propio. El profesor nos lo mostraba como ejemplo de eso. Yo no entré al tango
escuchando a Juan D’Arienzo, sino a Astor Piazzolla.
- De ahí el nombre de “Milonga del Ángel”…
- N: ¡Sí, Claro!
- J: A mí Astor Piazzolla me ha gustado siempre
y a Norma también. Piazzolla tiene dos caracteres en el tango: uno con mucha
fuerza y otro muy romántico. Las piezas románticas, como el “Oblivion” o “Milonga
del Ángel”, son preciosas. El nombre de la milonga surgió de una manera espontánea:
“¿Qué nombre le ponemos?... ‘Milonga del Ángel’, ¡Muy bien!, pues ‘Milonga del
Ángel’…”
- N: A mí el tema me encantó, pero en
Argentina se dice que un ángel te trae suerte, y en este tema entonces se
conjugaba todo.
- Y no pensasteis que quizá algunas personas lo confundirían con el nombre
del propietario…
- J: ¡Sí!, eso tiene su gracia… A mí muchas
veces aún me siguen diciendo “¡Hola, Ángel, ¿cómo estás?...”
- Me gustaría que me contaseis más cosas de esos inicios… ¿Cómo os formasteis
vosotros en el tango?¿Qué profesores y profesoras tuvisteis cuando empezabais?
- N: En Buenos Aires yo empecé con Celia, es una profesora muy conocida allá.
Tiene una milonga que se llama “En lo de Celia”. Luego estuve con Miguel Ángel
Zotto, Pepito Avellaneda, Firulete… y también aprendí con los profesionales que traíamos a la Asociación Patio de
Tango.
- J: En esta asociación lo que se hacía era
invitar a profesores. Si sabíamos que había alguno interesante que pasaba por
la ciudad lo llamábamos para dar un curso.
- Esta primera asociación de tango fue determinante para el baile que vendría
después…¿Cómo surgió la propuesta?
- N: "Patio de tango" surgió por iniciativa de
unos amigos: Antonio Sáinz, Víctor, Ester, Coco Días, Mariano, Dolors… luego
llegaron Toni Barber y Fernando… Era un grupo de amigos que querían aprender y
compartir tango porque les gustaba. Cada uno tenía su propia historia con el
baile. Fue una pasión común, una cosa lúdica, entre amigos, sin ánimo de lucro.
Realmente nos abrazábamos en aquel momento. Fue una época preciosa.
- J: Nos lo pasábamos muy bien. A mí no me
sabía mal organizar una milonga a fin de mes ni poner dinero de mi bolsillo. Lo
hacías porque te divertías. Íbamos a limpiar, a organizar la milonga, a dirigir
espectáculos, se hacían trabajos extras, se organizaban fiestas de disfraces…
- ¿Y dónde estuvo emplazada esa asociación?
- N: Primero fue en una sala pequeñita que
nos dio el ayuntamiento, en la calle Regomir. Después en la sala Rudy Ventura,
ahí se hacía una milonga cada miércoles.
- J: Nos concedieron el piso de la calle
Regomir porque el ayuntamiento daba a las asociaciones de la ciudad un espacio
para poder reunirse y organizar actividades. El espacio que consiguió la
Asociación de tango era un piso en el que había una sala en común para reunirse
y guardar algunas cosas.
- N: La segunda sala de tango que conseguimos
fue la de Rudy Ventura. Luego, Toni Barber encontró la sala Lluis Millet en la
calle Maspons y en esa sala Patio de Tango comenzó a hacer una milonga una vez
al mes. Era una sala muy grande, de 350m2. Tenía un escenario grandísimo, donde
hacíamos espectáculos. Pero tenía el inconveniente de que había agujeros en el
suelo y no era una pista muy buena para bailar.
- Cuesta imaginar que Patio de Tango acabase disolviéndose después de haber
compartido tantas experiencias increíbles…
- N: Bueno… como en todo grupo humano, con el
tiempo empezaron a haber diferencias. Vino gente nueva y, después de trabajar
dos o tres años sin ánimo de lucro, la gente empezó a cansarse. Algunos que
llegaron después querían llevar Patio de Tango como si fuese una empresa.
También había unas cuestiones ideológicas muy fuertes. Patio de tango duró unos
ocho años (desde finales del 91 hasta el 99, momento en que se disolvió la
asociación definitivamente). Pero ya en el 97 empezaron las discrepancias y, en
el 98, Antonia Barrera y Juan Manuel Iguri consiguen un espacio en Casa
Valencia. De ese modo, aparece en Barcelona la primera Milonga con ánimo de
lucro.
- ¿Patio de Tango no cobraba entrada?
- N: No, todo lo que se cobraba en esta
asociación se invertía en actividades. Por ejemplo, hacían un encuentro
Madrid-Barcelona y el socio decía “ Como pagamos una cuota mensual, si se
recauda algo de la milonga, podemos alquilar un autobús que nos lleve a todos
al encuentro”. Era una especie de bote colectivo para los gastos.
- ¿Y cuándo decidisteis crear vuestra
propia milonga?
- N: Fue en el año 2000, se nos ocurrió a
Joan y a mí buscar un espacio. A partir de ese momento me dije que yo no
trabajaría más por amor al arte, que además de ser un trabajo que me gustaba,
yo necesitaba vivir de aquello también.
- ¿Dónde estaba aquella milonga que inaugurasteis en el 2000?
- N: Nosotros comenzamos en el antiguo
lavadero de Gracia. En la sala que hoy es la escuela Ramón Solé. Allí estuvimos
tres años. Luego nos desplazamos a la Sala Lluís Millet. Tuvimos que pintarlo
todo. La sala tenía una tarima ancha y gruesa que no te la podías cargar,
era una maravilla de suelo, pero había que arreglarlo. Joan clavaba trocitos de
madera en los agujeros y yo le ayudaba, tenía la espalda destrozada de
agacharme... Hicimos instalaciones de
altavoces, barnizamos el suelo… Trabajamos muchísimo…
- J: El presidente un día nos hizo una
entrevista, porque quería que yo montase allí una coral. Y en broma le dije “¿Por
qué no hacemos tango? Mi mujer hace teatro y tango…” Y como ya había estado
allí antes la asociación "Patio de Tango", llegamos a un acuerdo. Estuvimos tres
meses en que yo iba cada día a las siete
de la mañana y a las tres de la tarde con dos paletas que pagaba de mi bolsillo
para montar lavabos, montar las instalaciones, para arreglar el agua, porque no
había agua… Pero mereció la pena, quedó maravillosa la sala.
- Después de tanto esfuerzo y de que la sala quedase espectacular ¿por qué os
mudasteis tres años después?
- N: Fue debido al cambio de gobierno.
Apostaron por entidades de la misma zona de Gracia. Había gente dedicada al teatro
que quería tener un espacio propio, y les cedieron la Sala Lluis Millet.
- Explícanos, Norma, cuándo comenzaste a dar clases… ¿Fue a raíz de tener la
milonga o mucho antes?¿Qué recuerdos tienes de esos inicios como maestra?
- N: Joan me tuvo que insistir para que yo
hiciera clases de tango. No me atrevía sola. Ya había empezado a dar clases
puntualmente antes de tener nuestra milonga, en el año 93, pero hacerlo
regularmente en nuestro espacio sola… era otra cosa. Entonces me acordé de mi
maestra Celia, que también impartía clases sola. Cuando empecé, tenía hombres y
mujeres y enseñaba todos los niveles. Pero llegó un punto en que la gente se
quedaba años, tuve alumnos tres años seguidos estando yo sola como maestra.
Entonces llegó el momento en que yo me dije “A ver… yo a esta gente… no sé qué
más darles… Necesito la aportación de otros maestros”. Así fue como empecé a
invitar a otros profesionales. La milonga del Ángel ofreció trabajo a mucha gente. Por aquí pasaron Raúl Mamone, Martín
Pargana, Alexis Quezada, Marcelo Ramer… entre otros.
- Y a la hora de dar clases, ¿cuál fue el profesor o la profesora que más
influyó en tu manera de entender el tango y de enseñarlo?
- N: En mi caso fue Celia. Ella daba las
clases sola y hacía de hombre y de mujer. Yo creo que una mujer puede enseñarle
mucho a un hombre. Hay gente que piensa todo lo contrario… yo pienso que una
mujer, desde el lugar de la mujer, le puede enseñar cómo
le gustaría sentirse abrazada, cómo desea ser conducida, el respeto… porque hay
hombres que no te respetan cuando bailas, no te dan tu tiempo, es sólo el tiempo
de él… Eso no quita que un hombre aprenda también de otro hombre.
- ¿Qué consejo le daríais a la gente que empieza a bailar?
- N: Que sientan placer y que disfruten en el
aprendizaje. Yo soy de las que disfruta cuando aprende y, si no me es fácil, me
gusta más. Si la gente quiere algo fácil y rápido de un mes que no entre en el
tango, porque no es el caso, es una danza demasiado rica para aprenderla en tan
poco tiempo.
- J: Cuando te apasionas por algo, lo que te
dan siempre lo percibes en positivo, porque estás proyectándote en algo que
quieres aprender. Entonces, aunque te lo pongan difícil, tú no lo ves así.
- Y el hecho de haber sido actriz ¿ha influido en tu manera de entender
tango?
- N: Muchísimo. Lo primero que me sirvió de
actriz para el tango fue desmenuzar los personajes. Cuando aprendía tango
descomponía el paso, la postura, la expresión corporal del teatro me servía…
por otro lado, yo hice cosas muy en paralelo de cuerpo con el tango: ejercicios
de relajación para problemas de espalda torcidas… y me beneficié de otras
técnica como el Tsiatsu. También les decía a mis alumnos que el tango es
teatro: hay una composición de personaje cuando uno baila. Si tú quieres tener
como hombre una postura un poco chulesca… como tiene el caminar en el hombre de
tango, tenés que creerte un poco más chulito. Si la realidad no te la da, hacé
un poquito de teatro, creete ese personaje.
- Dependerá también de la orquesta y del tango concreto que se esté bailando…
- N: ¡Claro! El que baila canyengue está
desarrollando una auténtica composición corporal…
- J: Y no es lo mismo bailar un Osvaldo Pugliese que
un Rodolfo Biaggi… ¿ves? ése es otro tema interesante: el de la música…
- Ya que has sacado el tema, Joan, podrías explicarnos resumidamente tu labor como
musicalizador… ¿Cómo organizas una noche de milonga?
- J: A la hora de poner música durante una
noche yo pienso que hay tangos que tienen que estar. Por ejemplo, “Una fija” de
Carlos Di Sarli, o un “Tigre Viejo” de Osvaldo Fresedo… y hay otros tres o
cuatro tangos más que incluyes porque te dices “ésos van a quedar, van a gustar
seguro”. Yo pienso en las dieciocho tandas, pero no hay una regla fija. Lo que
hay es un “en función de…” y a partir de eso tienes varias opciones. Puedes
empezar por una Guardia Vieja o al revés… La única regla vendría por lo que tú
quieres conseguir esa noche. Y eso dependerá del espacio donde vas a
musicalizar, del tipo de gente que va a
venir… Con el tiempo percibo esto. Ahora voy a una milonga y rápidamente me
digo “Ya sé con qué empezar” por la luz, por el espacio… lo intuyo.
- Se nota que hay amor en vuestro
trabajo… ¿qué momentos aparecen instintivamente cuando recordáis vuestra
historia de tango?
- N: Momentos bonitos… hubo muchísimos. Cada
domingo me lo paso “pipa” en la Milonga del Ángel. En teatro me inculcaron una
cosa: que cuando tú te lo pasas bien con lo que estás haciendo, el espectador
va a disfrutar. En el caso de nuestra milonga, yo creo que el trabajo es mutuo,
reconozco que hay un trabajo, pero también siento que hay una aportación de la
gente.
- Si tuvieseis que explicar a alguien qué es la Milonga del Ángel ¿qué le
comentaríais que es?
- J: Yo creo que es un lugar de encuentro,
donde la gente viene a pasárselo bien, donde te vas a encontrar con el tango y
tienes además una buena clase de técnica y una buena milonga.
- N: (un silencio, con emoción) Pues yo te lo
digo a mi forma: para mí es como si abriese las puertas de mi casa. Es
exactamente lo mismo. Yo la limpio como limpio mi casa, la arreglo como arreglo
mi casa…
- ¿Y cuál es la faena semanal que no se ve para mantener a punto esa casa-milonga?
- N: ¡Ufffff!...
- J: La milonga es el domingo, ¿no…? pues de
lunes a sábado siempre hay algo…
- Por ejemplo…
- N: Ir a comprar las velitas, lavar los
manteles y plancharlos porque alguien tiró la bebida… crear la publicidad,
mandar e-mails, arreglar presupuestos, contactar con gente, ir a reuniones…
llamar a la Casa de Murcia para saber qué actividades hay… ir a descongelar la
nevera, limpiarla…
- J: Arreglar el altavoz que no funciona… o
el ventilador … y cuando llega el domingo, vuelves a montarlo todo: mesas,
sillas… y al finalizar, vuelves a ordenar otra vez la sala.
- N: No hemos tenido la suerte de encontrar
espacios que no tuviésemos que montar…
- J: Llegar al sitio y decir “Sólo hay que
encender las luces”…
- ¿Y a quién o a quiénes daríais las
gracias por todos estos años de tango?
- J: Sobre todo yo se las daría a quienes nos
siguen, a la gente que nos valora, que viene a nuestra milonga y está a gusto con nosotros.
- N: En mi caso, me adhiero a lo que dice
Joan, pero también le daría las gracias a mis “enemigos”. Todos de alguna
manera me enriquecieron.
- La comunidad tanguera está creciendo últimamente poco en Barcelona… ¿Cómo
os imagináis el futuro del tango en la ciudad?
- N: Imprevisible. Lo que va a pasar de aquí
a unos años depende de varios factores: social, político, económico… Lo que
está pasando en estos momentos es que se está viviendo una situación social muy
complicada, una crisis económica aguda que, sumada a la cantidad de profesores
que hay en estos momentos, hace que sea imposible generar más gente. Cuando yo
empecé a hacer clases, tenía un promedio de cincuenta alumnos, pero esos
cincuenta alumnos empezaban y continuaban curso tras curso. Y así se iban
sumando cada año otros cincuenta alumnos que empezaban. Pero era un momento
donde el baile de salón tenía mucho auge y económicamente se estaba muy bien.
- J: Puede ser más complejo. Pienso también
que hay una cuestión de modas. En un determinado momento se puso de moda la
salsa, el tango tuvo también su fuerte en un periodo concreto. Ahora no está
tan de moda, pero va a quedar siempre, aun siendo un baile de minorías.
- Y dadas estas dificultades que planteáis… ¿qué se podría hacer?
- N: Yo estoy en contra de que se hagan
clases gratuitas. Creo que algo hay que cobrar… Siempre fui partidaria de
“Cosas gratis: No, más económicas: Sí”. El trabajo de uno hay que valorarlo.
Cobrar una clase a tres euros no es valorarlo, sería infravalorarlo, pero de
alguna manera estás cobrando algo y te adaptas a una realidad.
- J: Como se pierda la gente que enseña bien,
con profesionalidad, ahí es donde el tango se va a perder…
- Pues no parece nada fácil dedicarse y vivir de esto…
- N: Ahora me podrías preguntar ¿por qué
sigues en el tango… si hay muchas cosas que no te gustan…? Entonces la
contestación sería porque es una cosa que aún me gusta, porque disfruto con mi
trabajo y porque todavía encuentro gente linda. Pero eso no quita que pueda
hablar de todas las cuestiones negativas que veo en este ambiente donde yo
participo.
- J: En el
tango se forman grupos. Yo los llamo “microclimas”. Estos “microclimas” se
generan y luego se destruyen y a la vez se retroalimentan y se vuelven a
generar otros nuevos. Son grupos que constantemente se están destruyendo y
construyendo...
- Curioso fenómeno... ¿Y por qué sucede eso en el tango? ¿A qué lo atribuís…?
- J: Se da en todas las relaciones humanas.
- Vayamos entonces a los “microclimas” pero a menor escala: el de las parejas… Para finalizar esta entrevista me gustaría que nos dijeseis ¿con quién bailaríais
vuestro último tango y qué tango sería?
- N: Con mi marido. Sería un tango picadito.
- J: Yo bailaría “Toda mi vida” de (Anibal)
Troilo, aunque también me encanta “Tigre Viejo” de Osvaldo Fresedo…
- N: A mí hay un tango que siempre me va a
quedar pendiente. Es el tango con mi papá, tiene muy mal las piernas. Ése es el
tango me va a quedar toda la vida…
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